jueves, 15 de noviembre de 2007

El genio de María Moliner

Llega a las librerías la tercera edición revisada y actualizada del Diccionario de uso del español (DUE), de María Moliner. Este soberbio diccionario está considerado como una obra de excepcional importancia por filólogos, lingüistas, escritores, ferreteros, obispos, futbolistas y esos niños de pecho que ya sueñan en la incubadora con redactar pronto un buen léxico que le ayude al público a entender palabras como pecio, que tanto usa Rafael Sánchez Ferlosio; alopecia, voz que pronuncian los peluqueros más sensibles bajando la vista; y onoquiles, una planta de la familia de la borraja, la verdura navarra por excelencia. De las dos primeras ediciones del Diccionario se han vendido más de 300.000 ejemplares.
Esta nueva edición, recientemente presentada en Madrid en el Instituto Cervantes, incluye nuevas entradas y acepciones; modifica entradas ya presentes en la edición anterior; actualiza bloques de sinónimos que, por ejemplo, nos permiten captar los matices de diferencia entre voces como tonto, necio, idiota, pazguato, sandio y gilipollas tan necesarios a la hora de descalificar con precisión a un contrario aunque siempre es mejor controlar los nervios y abstenerse de injurias. También esta nueva edición revisa los apéndices de nombres botánicos y zoológicos tan útiles a la hora de salir al campo: cuánta gente, por ejemplo, ha llamado erróneamente grosella a una patata por no tener a mano en el campo el María Moliner quedando en ridículo ante un pariente del pueblo. También en esta edición se han creado dos nuevos apéndices: relación de topónimos y gentilicios, y abreviaturas y símbolos de uso general. Tuve un amigo, nacido en Tafalla, extremadamente educado que, cuando saludaba a una persona de trato amable, solía decirle: es usted muy gentilicio. Era evidente que quería decir que aquella persona era muy gentil. Hasta que un día, con tacto, y sin, por supuesto, llamarle pazguato o cualquier otro sinónimo que yo había aprendido en el María Moliner, le di a leer la voz gentilicio, de la que la ilustre zaragozana dice que se aplica a los nombres y adjetivos que expresan naturaleza o nacionalidad, como andaluz, castellano o barcelonés, y desde entonces aquel amigo siempre usó bien esta palabra. Consulto, por cierto, ahora el gentilicio correspondiente al nacido en Tafalla y quedo sorprendido al leer esto: tafallés, gebalecense, gebalense. Por tanto, muy bien podría decirse sin que un ex ministro de Economía, nacido en Tafalla, pudiera ofenderse: el gebalecense Carlos Solchaga visitó Tudela de Agüeria (Asturias), Tudela de Duero (Valladolid), Tudela de Segre (Lérida) y no quiso visitar Tudela (Navarra) porque, esa semana, ya tenía cubierto el cupo de Estellas..

Entre las grandes mujeres de nuestra cultura del siglo XX -María Lejárraga, autora de los textos que firmaba su esposo Gregorio Martínez Sierra, Clara Campoamor, Victoria Kent, María Zambrano, Rosa Chacel o Maruja Mallo- María Moliner ocupa un lugar de honor por sus inmensos méritos. Nació en Paniza (Zaragoza), el 30 de marzo de 1900. Era, pues, de signo astrológico Aries, como Teresa de Ávila, nacida el 28 de marzo, y el ex madridista Roberto Carlos, que tantas veces corrió la banda del Santiago Bernabéu con los dos volúmenes del DUE, naturalmente, bajo el brazo izquierdo porque él es zurdo. Era, pues, una mujer regida por Marte, el dios de la guerra, un dios cuyo apoyo es imprescindible a la hora de redactar un diccionario. En 1922 ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Se casó en Murcia con el catedrático de Física Fernando Ramón y Ferrando, con quien formó un matrimonio de profesionales librepensadores comprometidos con la España republicana. Colaboró con las Misiones Pedagógicas organizando bibliotecas rurales. Este servicio a la patria se lo recompensó el régimen franquista rebajándola 18 puestos en el escalafón de su profesión. Pero, obviamente, María Moliner era inasequible al desaliento y, en 1952, estando ya jubilada y con hijos mayores -tuvo cuatro-, emprendió la tarea de redactar un diccionario de uso del español, con el simple material de unas cuartillas y una máquina de escribir Olivetti. Su ingreso en la Real Academia Española (RAE) fue rechazado en dos ocasiones por los académicos. Estos dos rechazos revelan que la RAE, además de contar con muchos merecidos laureles, ha perpetrado algunos crímenes.

1 comentario:

Alberto dijo...

Creo que estas definiciones que me ha mandado Julio no aparecen en la nueva edición del María Moliner, pero tienen su gracia:
INESTABLE: Mesa norteamericana de Ines.
ENVERGADURA: Lugar de la anatomía humana en dónde se colocan los condones.
ONDEANDO: Onde estoy
CAMARÓN: Aparato enorme que saca fotos.
DECIMAL: Pronuncia l equivocadamente.
BECERRO: Que ve u observa una loma o colina.
BERMUDAS: Observar a las que no hablan.
TELEPATÍA: aparato de TV para la hermana de mi mamá.
TELÓN: Tela de 50 metros ... o más.
ANÓMALO: Hemorroides.
BERRO: Bastor Alebán.
BARBARISMO: Colección exagerada de muñecas barbie.
POLINESIA: Mujer Policía que no se entera de nada.
CHINCHILLA: Auchenchia de un lugar para chentarche.
DIADEMAS: Veintinueve de febrero.
DILEMAS: Háblale más.
MANIFIESTA: Juerga de cacahuetes.
MEOLLO: Me escucho.
TOTOPO: Mamamífero ciciciego dede pepelo nenegro que cocome frifrijoles.
ATIBORRARTE: Desaparecerte.
CACAREO: Excremento del preso.
CACHIVACHE: Pequeño hoyo en el pavimento que está a punto de convertirse en vache.
ELECCIÓN: Lo que expelimenta un oliental al vel una película polno.
ENDOSCOPIO: Me preparo para todos los exámenes excepto para dos.
NITRATO: Ni lo intento.
NUEVAMENTE: Cerebro sin usar.
TALENTO: No ta rápido.
ESGUINCE: Uno más gatorce.
ESMALTE: Ni lune ni miélcole.
SORPRENDIDA: Monja en llamas